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sábado, 3 de marzo de 2012

Qué fue de... Manel

El protagonista de hoy es alguien muy especial. Se trata de uno de los referentes del último gran Logroñés. Hablamos de un ilustre, de un inconfundible, de un goleador. En definitiva, de un PÁNZER«Algunos amigos y periodistas me comenzaron a llamar así comparándome con antiguos tanques de la Segunda Guerra Mundial que arrollaban todo lo que se encontraban», ríe. ¿Sabes ya de quién hablo?

Manel Martínez Fernández (Ripollet -Barcelona-, 3 de noviembre de 1973) llegó a Logroño en el verano de 1995 siendo un completo desconocido y se fue como uno de los mejores delanteros que han pasado por el añorado Club Deportivo. «Venía de jugar en Segunda B con mi equipo de toda la vida, el Sabadell, y en poco tiempo me hice prácticamente imprescindible», recuerda el catalán. La realidad es que ese año Manel marcó 27 goles, se hizo con el Pichichi y colaboró decisivamente en la vuelta a Primera División del Logroñés, de aquel equipo que comandaba Juande Ramos. «Fue una temporada de ensueño, todos teníamos ilusión porque para muchos era la primera vez que teníamos la oportunidad de ascender», comenta. Si hay un día que recuerda con un cariño especial, ese es el 19 de mayo de 1996«Viajamos a Toledo rodeados de una enorme caravana de autobuses y con un ambiente inolvidable, y al volver nos encontramos con Logroño teñido de blanquirrojo, fue algo especial».

Pero la temporada siguiente (96-97), ya en Primera, todo cambió con la compra del club a Marcos Eguizábal por parte de un grupo de empresarios riojanos. «Se quiso hacer negocio y los sentimientos quedaron a un lado; se intentó hacer un gran equipo, pero se perdió el norte y tuvimos la sensación de que se dejaron de tener los pies en el suelo», afirma el punta. Para él, «se vendió mucho humo con promesas, pero ya se sabe que en el fútbol hay una regla: 1+1 no son 2, sino que todo depende de que entre la 'pelotita' o no». A juicio del 'Pánzer', se cometieron muchos errores aquella temporada, pero destaca sobre todo que se prescindiera de Lotina: «Había forjado un grupo muy competitivo pero, como siempre pasa, nadie es profeta en su tierra, y con él no se tuvo paciencia», afirma. El resultado, el descenso del club tras un año desastroso en el que sólo se consiguieron 33 puntos y en el que pasaron otros tres entrenadores por el banquillo -Martín, Arispe y Aimar-. Aquella tampoco fue una buena temporada para el jugador catalán, que sólo marco seis goles en los 33 partidos que disputó.

Tras la despedida -a la postre definitiva- del Logroñés de la máxima categoría del fútbol nacional, Manel recuperó su mejor nivel. Pese a que el club atravesó otra temporada decepcionante, el atacante anotó 12 tantos (más del 30% del total de goles del equipo) que, junto a la incorporación de Boronat a mitad de temporada, resultaron claves para la salvación del equipo.

La 98-99, la penúltima temporada de Manel en el cuadro riojano, transcurrió de una manera muy similar a la anterior. El club sufrió para mantener la categoría -con un polémico empate frente al Leganés en la última jornada-, pero el jugador catalán realizó otra temporada espectacular marcando 20 goles y siendo el jugador más utilizado por el entrenador vasco.

La siguiente temporada resultó clave para el jugador de Ripollet. Tras una gran primera mitad de temporada, a sus 26 años le llegó la mejor oportunidad de su carrera y fichó por el Espanyol«Tras un partido en Eibar en el que marqué tres goles, se empezó a negociar con el Espanyol y ya no volví a entrenar con el equipo», corrobora. Era su gran ocasión y, aunque ganó la Copa del Rey y jugó la UEFA, Manel no acabó de convencer: «El primer año jugué asiduamente, pero el año siguiente el entrenador -Paco Flores- no confió en mí». De esta manera, el catalán tuvo que salir del equipo para encontrar minutos, recalando cedido por dos veces en el Sporting de Gijón «con mejor éxito la primera y con peor la segunda».

Al comenzar su cuarta temporada en el Espanyol, el club blanquiazul le dejó sin ficha, por lo que en diciembre, a sus 30 años, se fue a jugar al Derby County inglés: «Fue una experiencia maravillosa, de esas que cuentas a los nietos», declara Manel. «Cuando llegué el equipo estaba último en la First Division -equivalente a la Segunda División española- y acabamos salvándonos cómodamente», aclara. Tras marcar seis goles con los 'Rams', el punta decidió volver a España.

Su época en el Badalona -de Segunda B- no pudo empezar peor, ya que en los primeros partidos de la competición sufrió la única lesión grave de su carrera, una rotura de ligamentos, por la que se perdió toda la temporada. El curso siguiente (la 2005-2006) sí fue más satisfactorio, pese a su eliminación en la fase de ascenso, tras acabar campeones del grupo III de 2ª B. La estadística del catalán: 6 goles en 29 partidos.

Tras esta experiencia, decidió volver a casa -al Sabadell, en Tercera División- durante seis meses, pero «segundas partes nunca fueron buenas», ríe. Así, decidió emprender un nuevo proyecto antes de la retirada y se fue a jugar a Ibiza, donde recuperó sus cifras goleadoras y consiguió el ascenso a la categoría de bronce.

La 2007-2008 sería su última temporada como futbolista. Tras comenzar la temporada en el Ibiza -3 tantos en 18 partidos-, en enero firmó su último contrato, esta vez con el Lorca, firmando cinco goles en quince partidos. De esta manera, el 18 de mayo de 2008 Manel colgó las botas como mejor sabe, marcando un gol en el último minuto del partido frente al Ceuta.

Tras su retirada surgió la posibilidad de entrenar en el fútbol base del Sant Andreu y, dos años después, pasó a formar parte del equipo técnico del primer equipo -como segundo entrenador-, cargo que desempeña en la actualidad.

Con el segundo nivel de entrenador en su posesión, Manel confía en que este año 'caiga' el tercero y poder ser ya el líder definitivo de un vestuario. Entre sus objetivos, contempla seriamente volver alguna vez a Logroño: «Yo siempre digo que en todos los equipos en los que participas te dejas algo, y en Logroño tras cinco años tengo muchos amigos, muchas amistades y muchos recuerdos»«Yo confío en que el destino me lleve a entrenar al Logroñés», afirma rotundamente.

Pese a que hace ya muchos años que partió de La Rioja, nunca ha dejado de informarse sobre la situación de nuestro fútbol«Aunque es difícil desde la lejanía, sigo manteniendo el contacto con algunos excompañeros como Fernando Marín que me siguen informando de la actualidad»«Desde que se inauguró el nuevo campo no ha habido ningún inquilino permanente, y es una lástima porque hay una masa social increíble», afirma. «Recuerdo que en cada partido teníamos por lo menos diez mil incondicionales, y es una pena que toda esa masa no pueda unirse de una manera normal, sin que haya una sensación extraña detrás»«De todas maneras, hay mucha gente que echa de menos al Club Deportivo Logroñés y que sólo serán de ese Logroñés, al cual yo pertenecí y al que me siento identificado, y lo difícil será encontrar un equipo que sustituya ese sentimiento», sentencia Manel.

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